Ser conscientes de nosotros mismos y de nuestros actos es esencial para poder llegar a conocernos. De esta forma lograremos realizar los cambios que creamos oportunos en nuestras actuaciones. Es conveniente saber que nuestro ser está compuesto por tres capas.
La primera de ellas es lo que verdaderamente somos.
La segunda corresponde a lo que tenemos miedo de ser
Y la tercera cubre a las otras dos, y es aquello que pretendemos ser. Es nuestro escudo ante los demás y al qué dirán.
Sólo cuando transformamos la idea y la imagen que tenemos de nosotros mismos, es cuando comienzan los cambios en lo que pensamos, decimos y actuamos.
Para reinventarse hay que atreverse a salir del área de confort. Esta zona de confort, nos da seguridad aparentemente. Es el lugar en el que nos sentimos cómodos, aunque sepamos que esta sensación de seguridad no es real. Este es el punto principal, el meollo del asunto…si ya es difícil darnos cuenta en cómo somos y qué debemos o deseamos cambiar (¡ojo¡ que no es lo mismo), lo que nos resulta un trabajo titánico es dar el primer paso hacia lo desconocido, el momento en que debemos colgarnos el mono de trabajo en el que se puede leer “Reformas internas”.
En todo proceso de transformación y crecimiento debemos abandonar la zona de confort, por ello siempre que nos encontramos ante un proceso de cambio el primer síntoma que notamos es el miedo y la incertidumbre ante lo que vayamos a descubrir más allá de nuestra área de confort.
Transformación, cambio, reinvención….en definitiva son acciones que nos ayudan a crecer como personas, a desarrollar nuestras capacidades y conseguir ser más felices.