Perder las esperanzas, en nuestra vida diaria, en nuestra empresa, en nuestra relación, en
nuestra salud, significa dejar de hacer lo que nos haría conseguir superar nuestros problemas.
Hay una frase, que puede que ya hayas leído, del fundador de la casa Ford, que dice:
Tanto si crees que puedes, como si crees que no puedes, en los dos casos tienes razón.
Cuando creemos que no podemos, perdemos las posibilidades que teníamos de poder
conseguir superar esos obstáculos. En cambio, cuando tenemos esperanzas, cuando confiamos
en que habrá al menos una solución posible, es entonces cuando nuestra mente sigue
dispuesta a encontrarla.
Por eso, el hábito de la Esperanza es uno de los más importantes que debemos cultivar.
Según el diccionario, esperanza es la confianza de lograr una cosa, de que la cosa deseada se
realice.
Visualizar nuestras metas y tener claros los recursos para lograrlas favorece el desarrollo de la
ESPERANZA. Está se convierte en el apoyo que necesitamos para darle un sentido a nuestra
vida.
La esperanza nos ayuda a comprometernos con nuestras metas, gracias a ella confiamos en el
futuro, por muy incierto que este pueda ser, lo que nos ofrece el futuro es un universo de
posibilidades infinitas. En muchas ocasiones las circunstancias son las que mandan en nuestra
vida y no está en nuestra mano decidir qué pasará, pero sí que lo está con qué actitud vamos
hacia eso, con qué actitud vamos de un momento a otro.
¿Qué tal si probamos con la esperanza?
Tú decides.